lunes, 22 de abril de 2013

Silencio a gritos


No te pido que me quieras. Ese es un verbo muy grande, y nosotros somos demasiado pequeños para abarcarlo. Solo te pido que me dejes perderme en tu boca, que mis dedos se pierdan en tu pelo al compás de un par de notas. La gente alrededor y los dos solos, girando como si el amanecer no llegara nunca, porque nos tenemos. Y el suelo se hace cielo mientras nos queremos con letras pequeñitas, en susurros para que no se entere nadie de que gritamos mientras nos amamos entre el sudor que inunda cada poro de tu piel. Y entonces no hay edades ni banderas ni distancias, solo sonrisas pícaras que saben lo que quieren y siempre quieren más.

viernes, 5 de abril de 2013

Nebulosa en el cerebro


Nunca sé cómo despedirte. 
Es verdad, aunque suene estúpido 
e infantil e incierto. 
Nunca sé cómo despedirte, porque 
en realidad no quiero. 
Durante unas horas no somos 
más que dedos entrelazados, 
susurros compartidos y notas musicales que se pierden 
entre el calor de dos cuerpos. 
El sol sobre tu espalda, tus manos 
heladas buscan refugio entre las mías. 
El minutero, nuestro enemigo, incansable 
en su camino. 
No le importan sentimientos ni actos 
ni opinión, él solo sigue. Entonces te levantas, 
tus labios susurran a los míos «Adiós, amor». Y me dejas con ganas de más. 
No quiero decir adiós porque 
después de que esas palabras salgan de mis labios 
y nuestros pasos tomen caminos opuestos, 
el minutero se vuelve lento y no quiere avanzar para volver a unirnos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Evasión

No quiso saber más del mundo y escapó. No conocía otra forma de hacerlo que sumergiéndose en sus propios pensamientos, en un mundo creado por y para ella, donde todo tiene cabida. Ya no supo más de sufrimientos, de guerras ni de maldad.
Pero pronto descubrió que sin frío no hay calor, que sin blanco no hay negro. No podría ser feliz sin sufrir, pero no se sentía preparada para abandonar aquel mullido colchón que había preparado para sí misma. Y entonces ese mundo desapareció, porque una vida sin fin no es vida.

Arraigado

No es fácil. Sentirlo y no saber expresar con palabras lo que llevas tan dentro. Sería todo tan sencillo si pudiera gritarlo a los cuatro vientos y ver cómo esos sentimientos se elevan hasta el infinito para no volver. Pero no. Están anclados en su corazón, en su cabeza, en cada poro de su piel. Desearía dejarlos escapar, pero no quieren irse.

Pasan las horas, pasan los días, pasan los meses, pero todo sigue ahí, intacto como el primer día. Aun a riesgo de exagerar, más impactante que el primer día. Esa es la palabra, impactante. Todo lo que le rodea, cada momento que le recuerda aquello es un pequeño impacto contra sus sentimientos.

Pero no debe olvidar que un impacto puede parar un corazón, o devolverlo de entre los muertos.

martes, 21 de agosto de 2012

Susurros de alcohol

Nada tiene sentido cuando las mariposas vuelan del revés y la Luna grita que quiere verte. La sangre se agolpa en mis oídos y siento el latir de mi corazón: bumbum, bumbum. Otra copa de licor recorre mi garganta hasta llegar a mi cerebro, y vuelve a mi boca que no sabe callar. El sabor amargo de la bilis me recuerda que esto no está bien. Que no debo, que no puedo, que no quiero. O quizás sí que quiera.

miércoles, 18 de julio de 2012

Ensoñación

No puedo esperarte toda la vida, al menos no despierta.
Asómate a mis sueños cuando la luz se apague, cuando la luna esté alta en el cielo y las cigarras canten. Mi respiración calmada te dirá que estoy dormida, pero desde el subconsciente sigo invitándote a entrar. Podrás ver una sola imagen, guardada en mi retina, que se repite cada noche en mis sueños. No creas que estás ante un espejo, es solo el reflejo de tu hechizo, que me incita a pensarte incluso en sueños, donde mis más profundos deseos pueden vagar a sus anchas sin miedo. Allí te esperaré siempre.

Libertad


¿Quieres volar? Ven, yo te enseñaré. Toma mi mano, no la sueltes jamás y no dejaré que te caigas. Ahora extiende tus alas, siente el viento acariciando tus plumas. Cierra los ojos, no escuches, solo siente. Eso que te oprime el pecho es el ansia de libertad, déjala salir y vuela. Gira en cada nube, planea y déjate caer para remontar el vuelo en el último segundo, cuando todo parezca perdido. Regresa de vez en cuando al suelo, pero no te dejes atrapar por la comodidad de su planicie. Una vez que has sentido el viento huracanado silbar entre tus plumas, sabes que podrás elevarte hasta lo más alto siempre que quieras. Ese es tu destino, no te conformes y lucha. Tienes un poder que muchos otros desean, aprovéchalo y vive, experimenta, vuela.