Todo comenzó con un poema, un trozo de papel que hoy estará escondido en un cajón de tu corazón. Un montón de palabras que no dicen nada, pero que lo dicen todo, un amor de niña impreso, ya olvidado, pero que sigue latiendo en mi interior.
Tal vez algun día lo encuentres y me recuerdes como entonces. Yo seguiré aquí, esperándote, guardando cada uno de los regalos que me hiciste como un niño, para luego crecer y quedarte ahí, tan cerca pero tan lejos.
Sólo aquel trozo de papel sabe el dolor que sentí, aquel trozo de papel con el que me contestaste al poema, dejándome tan solo unos pocos días sentir que eras mío, que te tenía para siempre.
Inútil ilusión de niña tonta, que hoy tras tantos años, sigo siendo. Y lo siento cada vez que cruzas esa puerta, cada vez que no llegas y no sé donde estás, para más tarde aparecer con la mayor de las sonrisas para mí, sólo para mí.