Sentir.
Tu piel tan cerca de la mía que sentí que el corazón se desbocaba, que quería escapar y gritarle al mundo entero que te quiero, que te quiero por encima de todo, con tu cara de niño bueno, con tus idas y venidas, con tu poco tiempo en mi vida.
Quería romperse en mil pedazos y con cada uno de ellos dejar una huella imborrable que te recuerde cada momento, cada instante, lo mucho que te necesito, a mi lado cada segundo, sin perderte, y saber que estarás allí, para hacerme reír, y, más tarde, cuando esté en mi cama, tan lejos de ti, hacerme llorar por esos momentos que compartimos, y en los que fui tan tonta, tan cobarde, que no te dije te quiero.
Necesito que estés a mi lado y me hagas sentir la persona más importante del mundo, sólo porque tú estas aquí, estrechándome en tus brazos, mientras te encuentras tan profundo en mi corazón. Y no separarme nunca de ti, no tener que sentir de nuevo la angustia de no saber si aun te acuerdas de mí, si sigues pensando en mí con tanta intensidad como yo te recuerdo, deseando a cada momento estar contigo, aunque sea el último momento de mi vida.
Y volver a sentir tu piel.